domingo, 21 de febrero de 2010

Rebobinado.

Rebobinado.

-No querida, no hablamos de recuerdos cualesquiera, hablamos de sentimientos encarnados, de poder; discutimos de energía quemante brotando de las palmas, de nuestros pechos, de nuestros ojos, de nuestros sexos; nos referimos a fuerzas inhumanas que se tranquilizaban en los labios provocando un intenso cosquilleo que retorcía nuestras almas: emociones, mujer ¡esos indescriptibles placeres terrenales! Goces viajando en gemidos, aullidos que se escuchan en cielo e infierno, de extremo a extremo. Verdaderamente dudo, ¿qué puedes saber al respecto? Si sólo conoces la simpleza de la vida. Me escucho hablarte de esta manera, y sé que atiendes anonadada, perpleja, pero realmente da igual; sin duda desconocías esta parte de mí, ésta, la curiosa vestidura arrogante, ególatra de mí. Sí, hubo un momento en el que fui mediocre, no más, ya no aguanto la impotencia ni la desigualdad.

-Pero… no te entiendo, amor…

-¡Calla de una puta vez! Si me has visto los ojos llenos de ternura, hoy sentirás hasta los huesos mi despectiva y rabiosa mirada. No, querida, no hablamos de recuerdos sencillos, no hacemos referencia a hechos ocurridos, hablamos de verdad, de infinito, de luz, de obscuridad, ¡de altura y profundidad! ¡Y tan preciso, he de sonar ambiguo! ¡Es profundo el pozo en el que estás! Y no lo oculto, ni me siento inmenso, pero es obvio que estoy perdido en un camino desecho. Pero ¿por qué la elección? Experiencias pasadas me invitaban a dar más, y dispuse más, pero si somos honestos, no alcanzas la cuota.

-Creo que ya entiendo por dónde vas…

-¡Y qué sorprendente! Porque ya dudaba de tu inteligencia, no comprendiste la orden: ¡Silencio!

-Ya estás lejos, qué más da…

-Desde el inicio de los tiempos, y buscaba que no fueses mortal. Lamentablemente has decepcionado a tu propia suerte, porque eres tú quien ha perdido la gloria, el paraíso, la grandiosidad. Eres autora de tu propia condena, eres la ingenua ladrona que cortó su vida con la daga usada para robar. Recibiste un tesoro invaluable que manchaste con corrompidas manos. Siente el dolor, siente la amargura, ¡siente cuán remoto estoy! Siente la pena, ¡y cárgala toda tu vida!, que te destruya el dolor…

-Decide lo que quieras, pero por favor, por el amor que me jurabas, ¡no sigas más!

-Pero cielo, ¿por qué, si ahora que lo hago siento dentro de mi estómago algo tibio, placentero, intenso, algo que muestra un camino extraño compuesto de destellos multicolores?

-Porque sé que aún me amas, por respeto, quizá, a esa imagen borrosa del pasado.

-Cariño, pero si el rencor, el resentimiento que tengo reinan en mi mente ¿te atreves a pedir compasión? ¡Aún más patético de lo que creí!

-Por favor…

-¡Basta ya! Es el fin, es cierto pero recuerda:
“El alma me roba los recuerdos para entregárselos a mi corazón, que llora si los recuerdos se pierden en un espacio inexistente”. Y tú, vida mía, a partir de hoy, ¡eres inexistente! He de llorar en silencio por tu impunidad. Sí…

E-T-A-G

21/Feb./2010 01:25