miércoles, 21 de abril de 2010

¡Basta!

Había escuchado una canción que me provocaba una sensación muy intensa. Dicha mezcla de sonidos me recordaba melancólicamente lo deprimente que he sido toda mi vida; la música entraba a mis oídos, recorría mi cerebro, saltaba a mis venas y las vibraciones sonoras viajaban rápidamente por todo mi cuerpo, la energía se concentraba en mi estómago, y justo en ese instante recordé: “mariposas en el estómago”. Lloré, y pude liberarme, pude arrepentirme, pude perdonarme. Lloré, los ojos no resistían la fuerza con la que brotaban mis lágrimas, y el tiempo no estaba presente. Existí… y lloré.

Hoy sólo me encuentro recordando aquél hecho. El mismo sentimiento ha estado presente por varios minutos. ¿Causas? ¡Pueden ser miles! Pero tal vez el importante es notar que: ¡Estoy Vivo!


Hoy, trato de sacarlo, trato de vomitarlo porque esas mariposas son melancólicas, y duelen, son poderosas, son fuerza infatigable, y puede romperme la madre. No quiero, ¡no quiero! Si puedo… ¡no! Debo de arrojarlo de una vez…


Que duela, que sea profundo, pero que sea sólo por hoy…

viernes, 9 de abril de 2010

¡Des-car-ga!

Con los ojos cerrados mi imaginar quedaba atascado, de pronto, el infinito había obscurecido el farol melancólico de mi mente; y con esfuerzo explotado, apenas y reconocía los ladridos del infierno que aparecían eclipsando la inspiración mencionada.

Ya era dado por hecho, suponía una muerte inesperada, reconocía cabizbajo los réquiems cantados patéticamente que apaciguaban toda excitación convulsa con deseos de mostrar algo novedoso. Simplemente, la guillotina arrebataba toda ilusión y esperanza que aún se mostraba escondida bajo el velo de la duda.


Ha pasado el tiempo, y tal parece que las losas han sido removidas; surge de la mierda un curiosillo insecto que aparenta una brillantez propia; al principio revolcándose vergonzosamente, posteriormente inmovilizándose, y finalmente dando luz y calor a un exagerado grupo de planetas inquietos y perdidos en el azul universo.


Y los dioses al unísono clamaban retumbando en ecos: “¡Sin-pa-rar!” Y una explosión desconocida predicaba el origen de la vida.



Para algunos...
E.T.A.G.
No es más que:
¡INEXISTENCIA!