Había escuchado una canción que me provocaba una sensación muy intensa. Dicha mezcla de sonidos me recordaba melancólicamente lo deprimente que he sido toda mi vida; la música entraba a mis oídos, recorría mi cerebro, saltaba a mis venas y las vibraciones sonoras viajaban rápidamente por todo mi cuerpo, la energía se concentraba en mi estómago, y justo en ese instante recordé: “mariposas en el estómago”. Lloré, y pude liberarme, pude arrepentirme, pude perdonarme. Lloré, los ojos no resistían la fuerza con la que brotaban mis lágrimas, y el tiempo no estaba presente. Existí… y lloré.
Hoy sólo me encuentro recordando aquél hecho. El mismo sentimiento ha estado presente por varios minutos. ¿Causas? ¡Pueden ser miles! Pero tal vez el importante es notar que: ¡Estoy Vivo!
Hoy, trato de sacarlo, trato de vomitarlo porque esas mariposas son melancólicas, y duelen, son poderosas, son fuerza infatigable, y puede romperme la madre. No quiero, ¡no quiero! Si puedo… ¡no! Debo de arrojarlo de una vez…
Que duela, que sea profundo, pero que sea sólo por hoy…
Hoy sólo me encuentro recordando aquél hecho. El mismo sentimiento ha estado presente por varios minutos. ¿Causas? ¡Pueden ser miles! Pero tal vez el importante es notar que: ¡Estoy Vivo!
Hoy, trato de sacarlo, trato de vomitarlo porque esas mariposas son melancólicas, y duelen, son poderosas, son fuerza infatigable, y puede romperme la madre. No quiero, ¡no quiero! Si puedo… ¡no! Debo de arrojarlo de una vez…
Que duela, que sea profundo, pero que sea sólo por hoy…