miércoles, 9 de diciembre de 2009

Charla inestable...

Porque me recuerdo cosas absurdas; me traigo de vuelta, como un eco, sonido que rebota y regresa; como un suspiro, que inesperado aparece en el alma. Me consuelo, reanimo, reluzco, aparezco.

Escucho, me inquieto; ¡observo y me escondo!, afligido, dolorido y nauseabundo, delirante quizá. Siento quemárseme el cigarrillo, consumible, disipable, fundible, lo mismo mi alivio.

Retomo, me miro: Inconfundible pero perdido, perplejo pero evidente, cual si fuera un existir irrefutable. Se me oculta el habla, se acobardan las palabras, la sorpresa es espontánea.

Analizo el contenido, desentraño su sentido, me pregunto “¿Ha sido el objetivo?” Desgloso sin disgusto, descubro aturdido: incomprensible motivo.

Insisto de nuevo, me escabullo entre lo esculpido. Describo: Un pasado en recuadro, negación del presente; Actualidad, perversa caricia del cielo; Incurrir en un principio, jactancia cubierta; Porqué, incrustadas huellas de fiasco.

Es inestable, es despreciable, pero habla por sí solo.

martes, 3 de noviembre de 2009

Abismo.

I

-Ya sabes quién soy: Yeray, ¿te acuerdas?

-¡Pero claro! Se me pasaba por largo, es que has cambiado, ya no eres el mismo niño obeso que recuerdo; mírate, hasta en la cara se te ven los golpes de la vida, de los años que han pasado, ¡pero acércate, cuéntame!, ¿qué haces?, ¿a qué te dedicas?

-¿Que a qué me dedico? ¡Vaya si la respuesta es dolorosa! No soy más que un fracasado, no soy ni poco de todo lo que he soñado. Preferiría que tú mismo juzgaras por la pinta que traigo.

-Ah, mi antiguo compañero, perdona por haberme emocionado sin haber notado tu congoja, hasta en tu voz se siente la tristeza, y me aflige, me conmueve, porque recuerdo que siempre fuiste muy alegre. Te veo así, desconsolado, ¿algún mal de amor te ha llegado? Debe ser muy grande para tenerte destrozado.

-Precisamente, Gabriel, un mal de amor no correspondido, ¡una desdicha que me parte el alma! Y es que no logro comprender ¡por qué no he vivido en la ignorancia!

-Bebe otra copa, Yeray, por lo que me cuentas puedo deducir que has sido víctima de una infidelidad. Pero no te deprimas, mi hermano. Que mujeres sobran en el mundo.

-¡Pero si eres la misma porquería! Tan convencional como toda la podredumbre que habita este mundo…

II

Un fracasado, así se denominaba desde el principio, así se expresaba frente a su antiguo compañero y amigo de primaria, ese sujeto que había encontrado en un modesto bar hace apenas unos minutos.

Yeray era desde pequeño un niño muy tímido, pero alegre, muy alegre como todo niño puede llegar a serlo, sin preocupaciones verdaderamente importantes como las que hoy en día toda persona adulta tiene. ¿Qué podría preocuparle? Tal vez la tristeza de no tener tal o cual juguete, aquél o este otro dulce. Pero su niñez no importa mucho a detalle. Continuemos, en breve se expondrán algunos puntos.

En su vida se ha topado con distintas cosas que cualquiera pudo haber presenciado personalmente. Su padre se perdía en alcohol hasta terminar golpeando para sangrar a su madre o a su hermano. Estuvo a punto de ser secuestrado. Su primer encuentro sexual fue con su propio hermano. Durante la infancia incursionó en el mundo del ladronzuelo, robaba dinero, juguetes, dulces comida. Vivía bajo la fe católica que profesaban sus padres. Su primera pinta fue en sexto de primaria. En secundaria faltó a la escuela durante semanas e incluso robaba material de su taller de carpintería para luego venderlo en un mercado cerca de donde vivía. Su adolescencia se perdió a causa de una obsesión poco sana, tal vez una ceguera de “amor” por una niña durante más o menos cuatro años; sí, amor entre comillas porque no podemos describirlo de otra manera. Le gusta el rock porque necesitaba seguir alguna masa social y tal vez fue el único grupo donde se acopló. Antisocial desde que ha tenido que interactuar con otros, tal vez por el miedo a ser lastimado. Fue expulsado de la secundaria por haber robado. Perdió dos años de su vida trabajando sin disfrutar lo que hacía.

Es obvio que sólo se exponen cosas patéticas, pero no todo era tristeza, tenía felicidad en muchas ocasiones.

Entró a la preparatoria y había tenido que repetir un año. De alguna u otra manera ha salido adelante, y podemos decir en breves palabras que su pensamiento carece de fundamento. Es un ente amorfo, un personaje que puede encontrarse en cualquier parte. Fue asaltado más de una ocasión; golpeado por malvivientes que sólo deseaban joderlo, aquellos que sólo le partieron el labio dejando una cicatriz permanente que dañaría su autoestima increíblemente. Tiene muchas cicatrices en el cuerpo; quemaduras, raspones, cortes, golpes y demás.

Tal vez por ahora no se necesita saber nada más de él.

III

-He sido un imbécil creyendo que encontraría consuelo en un hombre como él, he desperdiciado su tiempo y le he ofendido sin que verdaderamente lo mereciera.

Recuerdo que éramos amigos muy unidos, pero seguramente la sociedad y el tiempo lo han transformado en esta plasticidad inservible, sin embargo, ¡qué se puede esperar! Si todo el mundo se aferra por recolectar mierda en sus cabezas, ¡si toda la humanidad está conforme con la mediocridad que posee!

Heme aquí, escupiendo tonterías, lanzando el mismo estiércol realista que nadie quiere ver, criticando la inmundicia sin siquiera conocerme. ¿Qué puedo decir de mí? ¡Lo mismo que le dije a Gabriel! Soy un fracaso, un iluso que deseaba cambiar al mundo con el poder de las palabras escritas. ¿Entonces soy un escritor? ¡Patrañas! Soy un farsante, soy un charco de vómito que sólo ha servido de burla, ¡soy un hipócrita inútil!

¿Cómo cambiar al mundo? ¿Cómo deshacerse de todas las injusticias que existen y que se ven a diario? ¡Matándolos a todos! Sí… destruyendo todo tipo de señal humana, porque, ¿qué sé yo de gobierno, de política, de administración, de todas esas cosas para crear una verdadera ciudad donde reine la paz y el amor al prójimo? No sé nada, no sé nada de mucho, o tal vez de todo, y no obstante quiero parecer un intelectual con deseos fraternales de bondad. Mierda.

-Señor, señor, ¿me regala una moneda?

-Hijo, no me queda dinero, pero te regalo mi chamarra, aunque tiene agujeros y está ya muy sucia creo que te servirá de algo.

-¿Pero por qué llora? No me la dé si no quiere, señor

-Tómala, niño, ¿cuántos años tienes? Como unos ocho, ¿verdad?

-No sé

-Bueno, no importa. Nunca te des por vencido, hijo, siempre sonríe.

-Gracias, señor…

-De cualquier manera no pensaba conservarla, y hubiese sido muy triste guardar algo que no voy a necesitar si… Fue bueno dárselo a ese niño, aunque me duele ver que no pude regalarle nada a sus hermanitos. Los veo desde lejos y noto que desean conseguir monedas de los teléfonos públicos, golpeándolos, moviéndolos desesperadamente para conseguir capital. Allá van los tres juntos; una niña y un niñito aún más pequeño siguiendo al hermano mayor, al que le di la chamarra; los tres llevando peluches en los brazos, el niño más pequeño anda sin zapatos, la niña carga una muñeca muy sucia. ¿Qué habrá pasado para que ahora tengan que mendigar, vagar sin destino buscando algo para comer? ¿Será que sus padres los golpeaban y tomaron la decisión de escapar? O tal vez algo peor… Es muy doloroso ver este tipo de cosas a diario, es que ¿de verdad no existe ese Dios del que tanto me hablaban cuando pequeño? Yo fui un afortunado, un dichoso que llevó una vida feliz, y heme aquí, desperdiciando el tiempo.

No puedo dejar de llorar, me duele el pecho inmensamente, y con esto recuerdo a una mujer ya mayor que vivía tirada en el suelo frente a la casa desde hace años:

Sí, del otro lado de la calle, esa señora en el suelo con mucha ropa encima, siempre deambulando en las noches, hablando de cosas que uno jamás comprendería si no fuera de la misma filosofía. Recuerdo unas palabras en particular: “He visto la vida correr bajo mis pies y no pude hacer nada por detenerla, porque a mí ya no me queda tiempo para amar y vivir feliz, porque todo lo que tenía lo perdí, porque la sociedad, o debería llamar suciedad, me la arrebató sin darme cuenta, poco a poco me convertí en mi propia destrucción, como les pasará a todos en cualquier momento, ¡No te detengas y cambia tu destino!”

¿Qué habrá sido de esa mujer? Siempre gritaba o susurraba así todo el tiempo.

Muy seguido era golpeada por chavos e incluso las novias de éstos participaban en las masacres. Es frustrante recordar que no hice nada para ayudarle, y es que hoy sus palabras tienen tanto sentido para mí, es frustrante recordar lo cobarde que he obrado, lo desgraciado y vil que he sido tan sólo por temer a la muerte, a pesar de que en estos días…

“¡Mátenme, desgraciados, que así los veré en el infierno!” De esta manera respondía cuando alguna o varias personas la amenazaban, golpeaban y humillaban por ser la persona más cuerda del universo, por no hacerle daño a nadie, por arrepentirse de haber existido en un lugar así, sin embargo ¿habrá un mundo mejor, un paraíso perdido?

“El mundo está lleno de basura, de parásitos e imbéciles que pierden el tiempo”. Evoco sus palabras, y tienen tanto sentido.

IV

Traer cuadros a su memoria siempre le ha parecido tormentoso, una de sus frases favoritas era: “Recordar es doloroso, porque sólo puedes recordar dos cosas, las buenas y las malas, y el simple hecho de recordar algo triste es doloroso, y cuando se recuerda algo alegre es doloroso porque no existe más que en una nube borrosa de lo que sucedió”.

Regresaba a su casa, ese modesto lugar: un cuarto de tres por tres metros, bastante amplio para alguien que vivía solo. Contaba con una pequeña mesa en un rincón, una silla, un colchón y mucha basura: hojas de papel llenas de palabras que él mismo hacía, esos escritos a los que nunca quiso denominarlos poesía, solía decir: “No soy escritor ni poeta, sólo un inútil e ingenuo optimista”.

Siempre contaba con quienes le admiraban, pero se aferraba a creer que sus trabajos eran basura. Hoy, finalmente ha decidido tomar una cuerda y hacer el nudo que separa a la vida del cuerpo. Se encuentra sentado, llorando en silencio. Cuelga la soga en aquel trozo de madera que sobresale en el techo.

Siempre visionario, en todo momento optimista, decía que podía cambiar al mundo y el mismo mundo le hizo perder la cabeza. Sonriente, amable, sencillo, mediocre…

V

-Ya no puedo soportarlo, no he encontrado consuelo ni con Gabriel, ni con ese antiguo amigo encontrado en un bar. Ha de tener la mente llena de porquerías que la televisión incrustó profundamente, o también puede estar llena de insignificancias culturales, de esas ridiculeces que los medios exponen como arte. ¿Qué estará pensando ahora? Seguramente me ha olvidado y está pensando como la mayoría de los hombres piensa, tonterías. Deprimente, frustrante, y lo peor es que no sólo los hombres tienen mierda en la cabeza, también las pláticas insensatas de las mujeres, la plasticidad que hay en ellas. Todo el mundo aferrado por conservar tonterías por pensamiento. Pocos son los cuerdos, pero a ésos nadie los escucha; ni cómo escucharlos pues están perdidos en la miseria, y si no tienes dinero, eres un mendigo, aberración e insignificancia.

No queda nada que verdaderamente valga la pena salvar en este mundo. He conocido personas que se creen intelectuales, he conocido personas que se creen humanistas, he conocido un mundo, un mundo donde la plasticidad y la mediocridad predominan, ¿o será que sólo he visto lo malo? De cualquier manera, nadie escucha mis palabras, y si pude haber cambiado al mundo, es seguro que hubiese recaído en la misma miseria. ¡De qué sirve esforzarse! Si nada tiene sentido.

¿Qué es lo que queda? ¡Que alguien me diga una sólo cosa por la que valga la pena vivir! No hay nada, ¿esperanza? ¡Bah!

VI

Se ha acabado.

08/octubre/2009

Martínez Vera Dionicio
etag_dio@hotmail.com

domingo, 13 de septiembre de 2009

E-T-A-G

¡Palabrerías, son tonterías! las hipocresías que lanzas a media voz,
Son tu arrogancia, tu egolatría, lo que desnudan tu corazón,
Y me permites, sin cuestionarme, pisotearte con ardor.
Vista enfrente, mi espalda erguida encontrarás, ¡no me alcanzarás!

Debo continuar, necesito caminar, y descargar todos mis miedos;
Lucho por llegar, combato a matar, por pisotear mis titubeos;
¡Me sofocan los prejuicios, me acomplejan los sentidos!
Me arrepiento si he perdido. Me levanto, ¡no estoy vencido!

Tiembla, escucha: ¡Tiembla! Pues hoy estoy a cargo y no pienso caer.
Siente mis palabras, que te hielen la sangre, que desgarren tu piel.
Pon a prueba mi frenesí, palpa a fondo mi excitación
Date cuenta hoy: Mi destino, ¡las reglas las pongo yo!

miércoles, 26 de agosto de 2009

Con orgullo en el pecho.

Me expreso hacia ti de esta manera, donde quiera que te encuentres, porque muchas palabras de poemas que encontré en el mundo no abarcaban tu magnificencia.

Me gustaría gritarte porque te fuiste y me dejaste en el abandono,
Me gustaría degollar al desgraciado que me arrebató tu cariño,
Me gustaría quitarme la vida para alcanzarte pronto,
Me gustaría tener dos vidas para disfrutarte más de lo que noto.
Pero la realidad me duele, y me destroza el alma no tenerte,
En mis ojos se nota el desahogo, estas lágrimas que no se agotan,
Y la ira me descontrola, me hace perder la cordura;
Hoy culpo a la vida, a la muerte, a dios y al diablo
¡Pero ninguno ha de traerte!

Me disculpo por mi inconsciencia,
Recordarte, traerte a mi memoria para estas blasfemias,
Sólo para que notes mi sufrimiento: lo lamento,
Es que no pude decirte cuánto te amé, ni cuanto te amo.
Lo admito con orgullo: ¡Te extraño, y siempre te amaré!

Te agradezco con mis húmedos ojos, con mi corazón partido
Que fuiste más que mi sangre, más que un maestro y un amigo,
Siempre estuviste a mi lado, y me enseñaste que el miedo era vano.
Sé que lloro, te recuerdo en mis brazos,
Y así recuerdo tus adorables besos.
Esta mezcla de felicidad y coraje me acompleja.
Me alegra que ya no tengas que lidiar con este puto mundo
Pero odio saber que te nos adelantaste.
Sin embargo, hoy te prometo:
¡Seguiré adelante, cariño! ¡Honrando tu memoria!
¡Seguiré hasta que te alcance! ¡Con todo lo que me enseñaste!
Porque te amé, te amo y siempre te amaré.

Detallo que en esta ocasión no sólo hablo por mí, tal vez lo ángeles de la tierra me ayudaron para agradecer la compañía de esta gran persona en el mundo mortal.

Te amamos, pronto nos encontraremos; ojete, me da coraje y alegría, te nos adelantaste, pero ya te alcanzaremos, y ya tendremos mucho más tiempo. Hasta pronto.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Recuperando la Cordura.

Tal vez el mundo ha desgastado a este desgraciado, su servidor; quizás las palabras que pasan por la dura prueba del tiempo tornan a pintarse ambiguas o monótonas de mi parte. Pero si he de ser sincero con mis sueños, debo recuperar la cordura, regresar al escritorio de la imaginación y recrear, inventar, desarrollar y exprimir todas las ideas que tal vez no adquirí en vano durante todo este tiempo que estuve ausente. He estado pensando: tal vez en verdad los escritores necesitan inspiración, pero el asunto también me aturde; si soy tan atrevido que puedo calificarme como un escritor, entonces debo ser capaz de inspirarme bajo el velo de la simplicidad. Simplicidad, ¡exprimiré mi sencillez!:

Te recuerdo, te necesito, te anhelo entre mis brazos y sin embargo, ¡te estás alejando!
Te alucino, te imagino y sé que ¡tus labios ya no son míos!
Me repugno, me denigro y me martirizo, ¡por soltarte de mis manos!
Me desangro, me asfixio y desvanezco; pobre rata, ¡desconoces las primicias!:
Pisoteándote el ego, matarte en mis versos, retorciéndote el cuello, tal vez ha sido miedo…
Destrozando tus miembros, desgraciada en el suelo, pútridos besos…
Tu aroma asqueroso, mirando tus ojos, dejé en el abandono a mi bufón…
Al escuchar tus palabras, al imaginarte contenta y sabiendo que existes…
¡Me inspiras! Me haces falta, bien notas, ¡eres el odio en mis palabras!

Pues creo que por ahora, con esto he de re-comenzar. Muchas gracias a todos aquellos que aguardaban por algún escrito nuevo. Ojalá esta blasfemia sea de calidad, y que logre conseguir una sonrisa en sus rostros, oh, maravillosos lectores. Ansioso seguiré al tanto de opiniones, sugerencias y críticas. Buenas noches.

martes, 23 de junio de 2009

Yo... no soy psicólogo...

Los mortales me conocen por Dionicio, la inmortalidad me llama E-T-A-G, y sé perfectamente que yo: no soy psicólogo.

Para mí, la psicología es un sueño dorado, pero utópico, hoy lo he comprendido. El comportamiento humano, sus pensamientos, su evolución ideológica es fascinante; pero no es mi campo, y lo admito. ¿La razón? Sencilla, es catastrófico para mí, algunas cosas que la sociedad me muestra; son asfixiantes aquellas crueldades que el humano provoca. Debo admitir que hay acontecimientos, pensamientos exitantes, pero los que me duelen, me hacen querer destruir al mundo, y la verdad es que ninguna de las dos está bien; si no me equivoco, necesito no sentir.

Simplemente no estaré ahí. Ésta vida tal vez se dedique más a la fantasía, al mundo donde hay cuentos, al lugar donde no existirá nada más que la dicha expresada retorcidamente. Las letras son mi último recurso.

Que tengan muy buen día.

miércoles, 3 de junio de 2009

El estanque de las ranas.

Había una vez, cierto estanque con muchas ranas viviendo en él. Cierto día, dos ranas cayeron a un hoyo muy profundo (y ya conoces a las ranas: siempre tan chismosas), el rumor corrió muy pronto, y se acercaron todas a ver a las compañeras. Las dos ranas que habían caído se esforzaban insistentemente para salir del hoyo, y al ver las chismosas que sus colegas no conseguían librarse de aquel problema, muchas de ellas les dijeron a voz unísona:

“Ríndanse ya, no tiene sentido que se esfuercen, se van a morir allí dentro aunque salten con más ganas”

Y entonces una de las ranas saltó y saltó, y a la tercera vez calló muerta por el horrible esfuerzo. Sin embargo, la otra rana no se rendía y ¡en su cuarto salto logró salir del agujero! Todas, quedaron estupefactas, ¡la sorpresa había sido inmensa!, y se acercaron así a la gran heroína; le preguntaban y le preguntaban: ¿cómo es que lo había conseguido? ¿Por qué es que no se había rendido? Y ella no contestaba ni una sola pregunta, sólo sonreía inmensamente. Después de un rato, pronunció las siguientes palabras:

“Muchas gracias por haberme dado ánimos, puede que esté sorda, pero su apoyo y su presencia me dieron la fuerza para salir de ese lugar, aunque no pueda escucharlos, podía sentir sus porras a pesar de todo, lo único triste es que la otra no haya podido lograrlo, cualquiera pensaría que la desanimaron. Hoy entiendo que las palabras o al menos la presencia de alguien pueden ayudar a cualquiera.”




Estoy obligado a declarar que la esencia de esta historia no la he creado yo. Para poder crear este cuento, me basé en algunas palabras que me dijo mi hermano mayor en un momento muy oportuno; sé que él la tomó de alguna parte, y agradezco sinceramente que me ayudara en ese tiempo. Traté de buscar por internet la historia original y sin embargo no hallé ninguna, pero si alguien sabe con exactitud el cuento me gustaría aprenderlo y publicarlo.

En cuanto a mi humilde opinión:
Creo que todos nos vemos en la penosa necesidad de requerir apoyo. Y digo penosa porque estoy seguro de que a veces somos muy orgullosos y no queremos reconocer que no podemos con algo. Ahora, si no entiendo mal (según lo narrado anteriormente), el estar apoyando al menos moralmente a uno, lo puede convertir en una súper rana, o en abono. Tal vez no sea posible escoger qué nos conviene escuchar; profundizando: si alguien me dice que soy basura y que debería estar muerto, no puedo "no escucharlo", las palabras están ahí y sé que las he escuchado, si alguien sabe con exactitud cómo puedo suprimirlas de mi cabeza, creo que estaría en un error fatal. La primer rana tuvo la opción de ignorar las negativas frases de las demás, y ¿quién nos dice que no lo intentó? Las palabras estaban ahí y finalmente su patetismo y la negativa de las demás, terminó por matarla. Por otro lado, nuestra amiga sorda tuvo la dicha de creer que la estaban animando, pero en su caso, las palabras no estaban ahí, ella ingenuamente creía, e ingenuamente, se salvó. ¿Vale poco el mundo porque su crueldad evita que se ayude mutuamente?



"Si no puedo con algo, no me digas que soy un inútil, no me ignores ni te quedes callado aunque el silencio sea satisfactorio. Apóyame, ayúdame al menos con una gentil sonrisa, al menos con el calor de tu presencia."

Sí, sé que cuesta trabajo ayudar al prójimo. ¡Qué insensatez!

domingo, 29 de marzo de 2009

Yeray

Se decía y contaba hace mucho tiempo, tanto que las personas ya han olvidado dicho acontecimiento estremecedor, que hubo una época en la que lamentablemente, todo parecía terrible, y los días eran completamente desolados.

Relatábase un período donde muchas personas, en cierta comunidad pacífica y perfeccionada, donde pudo haber evolucionado la mejor y más próspera sociedad del mundo entero, languidecían a causa de una enfermedad bastante vil al grado de ser incurable. Describiré enseguida, un poco de aquellos días de gloria, antes de la catástrofe irremediable:

Veíamos un grupo de ancianos dirigiendo a la sociedad, por todas partes niños jugando a ser mayores, gente bien alimentada, robusta y sana que trabajaba cada vez más por una vida mejor. Esta humanidad se encontraba dirigida por los viejos, que gracias a su sabiduría y experiencia dominaban perfectamente el arte de erigir una ciudad increíble al punto de ser, tal vez, utópica; los hombres y mujeres mayores de treinta años dedicaban el tiempo a la cosecha de alimentos, bienestar de las construcciones, salud de los habitantes y educación de los más jóvenes; adolescentes y niños, se dedicaban al conocimiento y estudio, e incluso al aporte de ideas nuevas y frescas para la comunidad. Sin duda, todo en aquel lugar era perfecto, pero tal vez, el egoísmo de tierras cercanas, fue la causa del abatimiento total en esta población.

Ocurría una noche de agosto, a mediados del mes, una diabólica e imperdonable artimaña antagonista: una enfermedad caía sobre la gente, inconcebible y mortal para todos… o casi todos…

A la mañana de haber aparecido aquella invención del maldito, aparecieron niños y niñas que no abrían los ojos estando en sus camas, estando pálidos y purpúreos al mismo tiempo, con vómito y sangre que profesaba una inesperada desgracia. La familia completa de los infantes corría desconsolada y atónita hacia el médico o al sabio grupo de veteranos que no atinaban ninguno de los mencionados a confirmar o atinar el motivo y las causas de las muertes, algunas familias al saber esto, regresaban a sus casas a llorar por el extinto miembro. Aunque no el cien por ciento de los jóvenes había fallecido, lo cierto era que la pérdida de incluso un par de chiquillos, hacía experimentar a la comunidad completa, una zozobra y luto inevitable, ya que consideraban a cualquiera, como a su propio hermano o hijo; entonces, la sociedad entera acarreaba una depresión irremediable, y digo irremediable porque después de estos primeros brotes de desgracias, las cosas fueron empeorando.

Verídica y notable era la ausencia de pequeños, pero entre los pocos que quedaban enfermos y moribundos había un afortunado que no padecía síntoma alguno; encerrado en casa, tal vez por el incontenible terror de la madre a que su hijo decayera, el niño cuyo nombre era Yeray miraba por la ventana de su habitación a las desdichadas caras de los hombres y mujeres pasar, desganados, aturdidos y desconsolados. Él, en su mente imaginaba el final, pero sonreía, tal vez le satisfacía.

Seguían los días cual si fueran gotas de lluvia: incontenibles en su caída y lúgubres, o quizá mejor dicho “tristes”. Ahora los enfermos y moribundos eran los ancianos y la mayoría de personas adultas, es decir que, la magnífica e indestructible sociedad estaba casi en su totalidad, derrumbada, salvo algunos cuantos y obviamente nuestro antes mencionado Yeray, quien a pesar de ser tan común como cualquiera, tenía el don de no haber enfermado o sufrido síntomas como los demás chiquillos.

Contaba con 16 años de edad y asistía regularmente a sus clases de aprendizaje y muy rara vez podría haberse afirmado que pronunciaba palabra alguna. No sobresalía en nada, pero es importante decir que tenía un talento especial para el dibujo, si no era un profesional reconocido, podía defenderse ante cualquier artista, y algo que adoraba hacer era el crear caricaturas, sin embargo no cualquier caricatura, eran trazos y líneas con un toque mágico, si se le puede dar un nombre tan cercano al valioso papel que desempeñó durante tanto tiempo en esas condiciones de vida social: enfermedad, desgracia, soledad, etc.

Habían cientos de personas por todas partes al fin enfermas, y de los pocos sabios que quedaban, ninguno había podido encontrar cura para tal catastrófico malestar. Lo terrible era la suerte de algunos que no lograban morir completamente, pues parecían zombis en sus respectivas camas, donde cualquiera con juicio razonable diría que dormía aquel bulto de carne nauseabunda con un semblante de dolor impresionante y estremecedor. Habían muchos otros (más bien la mayoría), que tenían todos los síntomas de aquella crueldad, y sin embargo aún poseían la fuerza suficiente para andar; eran sin duda, de los que tenían fe a la llegada de mejores tiempos, de los ingenuos.

Ya antes mencionamos a nuestro peculiar caricaturista, cuyos padres habían fallecido unas semanas después del primer brote contagioso. Este chico se dedicaba al cuidado de su hermano menor; contando a Yeray, aunque éste era inmune, serían dos de los cinco jóvenes que aún vivían, su hermano, Leon y otros tres de nombres sin importancia (aunque es absurdo hacer esta pequeña observación); también acudía a lo que mejor sabía hacer: trazar líneas curvas para sus pequeños proyectos que después serían majestuosos sin que él lo supiese.

En este in instante es menester hacer hincapié sobre el espacio y tiempo ya muy trasformados, eran del tipo desgraciado y agónico irreparable en que a veces todos (considero) que nos hemos sumido en algún momento de depresión intensa, en esos momentos de amargura y nostalgia que nos conducen a observar lo más patético y denigrante de la realidad, a descubrir todos los desperfectos e injusticias de que somos autores y espectadores todos los días, salvo por la curiosa necesidad de querer evitar darnos cuenta de lo rufianes que podemos ser día a día, tal vez unas veces por ego, otras tantas por ser sumisos ante el aborrecible miedo, de igual manera, infames al fin y al cabo. Era una escena inaudita, monstruosa al punto de que las palabras descriptivas utilizadas sonarían huecas a comparación de aquella realidad. Casas desechas por incendios provocados normalmente por descuidos de enfermos, ya que sus estados enfermizos eran causa también de pérdida de memoria; grandes superficies de agua pútrida alrededor de las chozas, justo frente a lo que antes eran los albergues de aquellos sabios patronos de la ciudad; algunas casas de salud infestadas por los sobrantes semimuertos, cuyo techo estaba por derruirse inevitablemente; en fin, condiciones y hechos verdaderamente perturbadores e impresionantes. Insisto, amable lector, que la escena tan carente de perspectiva fue la que mejor pude recrear literariamente para la imaginación de cada quien, y sin embargo, eso era quizá una condición mínima de aquella desgraciada ciudad.

Leon había muerto y su hermano mayor parecía decepcionado pero todavía sonreía como aquella primera vez que lo mencionamos. Tal vez ahora, alguno que otro pensaría que era un chico optimista que no se dejaba vencer por las atrocidades del destino, y sin embargo nadie sabía con certeza el motivo de su alegría. Él continuaba dibujando.

En una ocasión, Yeray salió a dar una vuelta, a contemplar todo lo que había alrededor de él, y después de haber realizado un largo paseo, se sentó en una piedra lo suficientemente alta para poder dibujar, pues llevaba consigo papel y pintura negra, aunque poco, suficiente para él, ya que era tan hábil y maravilloso que podía usar sus dedos como pinceles y sus uñas para retocar y detallar algunas cosas superfluas. A lado un poco alejado de aquella piedra, estaba el cuerpo de una niña ya seguido por las moscas y larvas, incluso guarida de otros tantos insectos. Yeray la dibujaba y se asombraba depravada y psicodélicamente, tal vez por deseos insanos, o lo más seguro era que así se ponía al trabajar en aquellas líneas de perfecto trazo. Lo cierto es que su mirada lograba impactar y sorprender, pero su dibujo lograba hacer sentir el jardín del edén bajo los pies, plumas finas y muy suaves sobre la piel, aromas paradisiacos e incluso sabores extraordinariamente agradables. La dibujaba, pero no era ella; es decir, no era la niña en el suelo, era una angelical muñequita con vestidito hermoso, zapatillas verdaderamente lindas y con un majestuoso moño en la cabeza. ¡Increíble! Era la niña antes de ser lo que ahora, el vestido era el mismo y aunque sólo llevaba un pie calzado, estaba perfectamente detallado en el dibujo; aunque su listón colgaba de una rama, ¡el artista lo había inmortalizado! Y vaya que era estupendo, incluso un perrito pequeño lamía la mano de la damita en aquella imagen, aunque realmente no había rastro de dicho animal en los rededores.

Ya se había levantado después de ponerle un seudónimo a su trabajo, aunque dicho alias no es seguro, se sabe que contenía las siglas: “A”, “E”, “G” y “T” en un orden desconocido. Después de finalizado este ritual, dejó su obra sobre la roca y marchó hasta llegar a su casa. Al haber dormido y descansado, pues parecía fatigado sorprendentemente, volvió a salir en la noche. En esta ocasión caminaba adonde quedaba, aunque inestable, el refugio de los viejos durante esas antiguas asambleas para la edificación de su comunidad. Volvía a dibujar con la misma pasión que la antes mencionada, pero ahora en su dibujo estaba aquella gigantesca casa y cientos de personas fuera, caminando hacia sus respectivos trabajos, con flores y bien cuidadas plantas que hacían del lugar un paraíso sofocante de hermosura; aunque la realidad era todo lo contrario a esa representación impalpable para esos momentos. Las mismas siglas, el mismo abandono del papel junto al lugar.

Pasaban los días y ya eran pocos los que quedaban con fuerzas para caminar, y es importante mencionar que nuestro protagonista había dedicado todo el tiempo a alimentarse con lo poco saludable que aún quedaba, dormir por culpa de aquellos agotamientos inexplicables, y dibujar por todas partes escenas lo bastantemente interesantes y dignas de nombrar magistrales.

Ocurrió una ocasión en la que un ciudadano moribundo acudió adonde su hija, o mejor dicho lo que sobraba de su niña, yacía en el suelo, y encontró el primer trabajo regalado por Yeray. Después de esto, el hombre lloraba pero sonreía de la misma manera que lo hizo el autor desconocido para él, pero ya descrito para nosotros. De súbita manera se incorporó sobre sí, y corrió a cavar un ataúd de la que era digna la muñequita, enterrándola al fin, de una manera distinguida. Terminado, volvió a su casa, donde mostró la gloriosa imagen de una reina para los demás; extasiados, todos se levantaban y sentían un extraño valor y poder recorriendo sus venas. Una nueva esperanza había aparecido para cada uno de los zombis, una sobrehumana fuerza que los hacía sonreír y llorar, les decía que aunque todo fuese horrible, aún quedaban cosas increíblemente bellas. Así fue como cada dibujo fue encontrado de una manera maravillosa, como si un deseo divino hubiese sido la causa de tales contentos inextinguibles. Cada quien poseía su dibujo, lo que le daba impulsos para seguir iluminándose de alegrías. Y nuestro Yeray había desaparecido, exceptuando sus dibujos ya adorados.

Las personas todavía morían de la misma manera, pero eran felices hasta el último momento abrazando sus pinturas. Llegó el día en que no quedó nadie en dicho lugar y se vio por última vez a aquel tipo que usaba las siglas AEGT tirado en el suelo mirando hacia el cielo infinito, dibujando con la mano derecha sobre el suelo terroso un lugar utópico en donde todo era perfecto.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Plástico.

Me he esforzado por cambiarte, por guiarte en un buen camino
y no sé qué ha nacido, parece que el tiempo no nos ha favorecido
Todos decían que te educaba como un hijo, que determinaba tus alivios
pero yo sé que esas personas, más bien no comprenden mis desvaríos
Quizá faltaron segundos, para erradicar señas de maldad en tu semblante
o tal vez la cruda realidad, es que no estuve contigo y ni pude ser constante

Ya estando muy distantes, me contaron que tu existencia era infame
que los días conmigo a tu lado, fueron del espacio un derrame
Perturba a mi mente ese desgaste, tan vano es, irrepetible e irreparable
cual si fuese una desilusión, indudablemente en el mundo, algo palpable
Es como la muerte errante, inevitable y agonizante, este precio es el importe
a pagar por jugar a ser Dios del infinito, por sentirse omnipotente

Te he nombrado mi clon, una mitad andante, copia de mis acciones e ideas
aunque no haya parentesco, has sido mi imitante, siguiendo mis esquemas
Deseaba hacerte tan perfecto, prepararte como del tipo más sensato
decir que serías capaz, me ilusionaba, estaba del sueño en lo más alto
Te has convertido en plástico, un vil acetato, translúcido y muy sobrante
sí, me arrepiento de haberte querido convertirte en mi semejante






Es bastante simple, aunque tonta explicación, sólo es cuestión de mencionar mis deseos imparables de querer ser perfecto y/o de lograr cambiar al mundo. Porque en algún momento ya habrá cordura alrededor de cada uno, aunque para ello sea necesario transformar y controlar la vida de toda persona, en ulgún momento todos seremos felices. Probablemente nos volveremos plásticos.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Exactitud.

Hemos estado aquí recostados mirando el cielo azul, tan inmenso como el mar y tan misterioso como el mismo. Después de hablar bastante, me dices que a veces piensas que no me importas y todo porque seguramente merezco algo mejor. Entonces, mi único ojo suelta una lágrima y pronuncias palabras aún más deprimentes: “No llores, a eso me refiero, te hago mucho daño, y es que siempre que estoy contigo siento al tiempo pasar rápidamente y como si el aburrimiento te consumiera… deberías olvidarte de mí”.

-¡Eres una estúpida!- Te grito con el corazón partido en mis manos, -¿Crees que estaría aquí si no te amara? Todo lo que hemos pasado juntos, ¡por qué te aferras a esas ideas! Quisiera poder odiarte, pero me suena imposible tal cosa, ya que me esfuerzo por evitar que dudes, evitar que imagines tales tontería, sólo… porque te amo.

Valla a saber que desde hace tiempo nos conocemos y nos queremos ingenua y tímidamente, pero que la gente y la guerra nos han dado poca oportunidad para tenernos cerca el uno del otro con intención de disfrutarnos. Sin embargo, ahora que podemos abrazarnos inapelablemente, ¿qué ha salido mal?, ¿por qué nos detenemos? A pesar de todo lo malo, aún las preguntas invaden mi cabeza. Y es que todos los obstáculos han sido superados de manera increíble; aquella vez te cubrí de una explosión por una granada que fue el motivo de la pérdida de mi ojo derecho, con el que veía bien, pues ahora te veo borroso; y por suerte, en esa ocasión, hace tres años, saliste sin rasguño alguno, mi espalda fue quien recibió los vidrios incrustados, y llegué a creer que sería la última vez que te vería; aunque recuerdo perfectamente tu belleza, si bien, con ropa bastante desgarrada y sucia, te siento tan hermosa como cuando éramos más pequeños, hace diez años, cuando teníamos catorce cada uno. Estúpida guerra que nos ha quitado la libertad de querernos como jóvenes amantes.

También recuerdo la noche que desobedecimos el toque de queda, recuerdo los cañones en el cielo que parecían lluvia de estrellas, recuerdo que por violar las reglas, casi fuiste violada; estábamos abrazados, únicamente contemplado los ruidos estremecedores, y nos dimos cuenta de que habían militares alrededor nuestro, apuntándonos como si fuésemos el enemigo, y rápido nos ordenaron levantarnos, me golpearon en el estómago y me tiraron al suelo para patearme, que irónico, y a ti te alejaron de mí, gritabas y pedías que no nos maten, y te contestaban que para eso habrías que comportarte; dos de ellos te engancharon contra un árbol con sus brazos, y el otro subía tu falda con su pistola en la mano. Maldito el imbécil que con un arma se siente poderoso y quiere abusar de ello, ¡no es más que un estúpido cerdo cobarde! Y yo en el suelo escupiendo sangre por culpa de una patada que me había alcanzado el rostro; me levanté y corrí a golpear en la nuca con una piedra, al que tenía el arma recorriendo tus piernas, cayendo ésta, lejos del cuerpo, se desplomó sangrando y los otros dos animales pronto armaron fuego contra mí, apuntando a mis piernas. “Pendejo hijo de perra, ahora tu noviecita sufrirá las consecuencias y tú presenciarás su sufrimiento”. Me arrastré por el suelo observando que te arrancaban el vestido, y aunque el dolor era inmenso, logré alcanzar y tomar la pistola olvidada por aquellos dos idiotas entretenidos en burlarse de mí y golpeando tu cuerpo por las costillas con una furia extasiada; cuando uno de ellos se dio cuenta de que le estaba apuntando al voltear a verme, gritó furiosamente: “¡cabrón culero!”, y enseguida, antes de que tomara su revólver, le había disparado atinando a su cabeza, y el otro reaccionaba disparando adonde cayese la bala, que por cierto no logró rozarme, muriendo él también por mis poderosos deseos, quizá divinizados, de evitar que te toquen. Gritabas inconsolable y te exclamaba que huyeras y te escondieras “donde siempre” cuando las tronidos infernales se hacían más intensos. Saliste corriendo y llorando. Me quedé en el suelo, tirado porque no lograba mover mis piernas. Dormí pensando que tal vez sería mejor morir. Esto hace dos años, cuando teníamos veintidós cada uno, y yo sin mi ojo; lo sorprendente fue que a pesar de ver borroso, pude matar aquellas bestias, probablemente mi ángel guardián me ayudó a defender lo que para esas fechas, amaba tanto hasta el punto de no interesarme en si sacrificaba mi vida.

Ahora me dices que no me importas y todas esas tonterías, ¿quieres también mis brazos? ¡Córtalos si así puedo asegurarte que es verdad! No me importa si no tengo mis últimas dos extremidades, con tal de que te encuentres cerca; no me importa si ya no puedo verte… ¡arráncame mi ojo inservible! Con tal de que pueda escucharte decir cosas lindas, ¡grítale al mundo que me amas a pesar de que estoy estropeado! Probablemente eres tú a quien no le importo, a la que le da vergüenza ser amada por un fracasado sin piernas como yo.

No sé si he caído bajo, te ruego por palabras sencillas, por palabras que tú misma creas, por esas oraciones que digas al mundo, aunque a éste no le importe, y sin embargo… te encuentras callada, llorando inexplicablemente, o tal vez porque ahora ya te das cuenta de que tus palabras me hieren a pesar de que creo haberte dado tanto. ¡Arráncame los brazos y sácame el ojo! Así sabrás que eres mi única luz en el cielo, lo único que me importa más que mi cuerpo, y que sin brazos, estando en esta colina, ¡puedo todavía escalar más alto!

Sigues llorando y con la cabeza baja, al parecer fue una idea equivocada haberme enamorado de ti. Está bien, te libero. Me aviento al precipicio y muero.


Todo esto se encuentra expresado metafóricamente e inspirado por un sueño.

jueves, 26 de febrero de 2009

A la mitad del alma rota.

“Tu cuidas de mí, yo cuido de ti”,
Esas palabras eran: una frase, sin fin,
Y míranos ahora, qué equivocado era
No queda tiempo alguno, no se detuvo el mundo

Nuestros sueños se esfumaron, como gases en el viento
Desaparecieron y murieron sin sufrir
O tal vez alguien más
Los haya encontrado y cumplido

¡Mira!, es tarde
Parece que ya no somos nada
Y aunque quieras ignorarlo, yo sé muy bien
¡Tu rabia y tus celos te han de matar!

¡Llora, sufre más!
Por todas las desgracias
Que me hiciste pasar
Sin remordimiento alguno

¡Llora, mi vida, sufre más, cariño!
Por todas las crueldades
Todo ese dolor sin cesar
Y las noches de llanto y amargura

Me gritas, te alejas, me separas de ti
Te engrandeces, me atacas y te burlas de mí
Acércate y consciente, date cuenta, ¡no hay más!
Y grita con coraje que te duele: ¡no hay paz!

Tus besos, tus caricias ya no me hacen vivir
Tus ojos, tus palabras me provocan sufrir
Me he perdido de placeres por creerte querer
¡Y ahora sin cuidado tú me vas a perder!

Todavía te siento
Y el mundo está a tu asecho
Parece que tu libramiento
Te ha concedido más prospectos

No me pidas llanto
Que mis ojos a sangrar comienzan
Y el dolor que me he provocado
Ya no olvida el sufrimiento de mi corazón

Esto es desprecio
Esto es una despedida
Esto es insulto
Esto es mi huída


Se supone que es una canción que acabo de escribir.
Gracias por los comentarios, los quiero.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Cuidado Hombres.

¡DROGA PARA HOMBRES, CUIDADO!
Cuando salgan a un bar o disco hay que estar muy alerta sobre todo cuando reciban una bebida de parte de alguna mujer.

Existe una droga llamada "chela", también conocida como: helodia, cheve, espumosa, cebadas, güera, rasposa, biela, etc. Y su forma es liquida, generalmente viene en un recipiente de vidrio color ámbar, pero también se han encontrado en envases traslucidos y en envases cilíndricos de aluminio (además se han observado contenedores enormes llamados barriles). Las variedades más efectivas de esta droga se producen en países como México, Alemania, y otros.

La cheve es utilizada últimamente por mujeres maniático-sexuales-pervertidoras en las fiestas o antros para forzar a sus víctimas (varones) de que tengan sexo con ellas. Las estadísticas son aterradoras y ¡demuestran que la chela se puede adquirir básicamente en cualquier lugar!

Todo lo que una mujer tiene que hacer es comprar unas dos o tres chelas y obsequiárselas a cualquier hombre y simplemente "rogarle" al hombre que la acompañe a su departamento para no regresar sola... pero sus secretas y perversas intenciones son tener sexo sin compromiso.

Se ha demostrado científicamente que los hombres somos prácticamente indefensos contra este tipo de ataques, principalmente en fines de semana.

POR FAVOR dile a todos tus amigos que puedan correr peligro, puedes salvar a muchos… y también dile a las mujeres perversas y sin escrúpulos que conozcas, para que sepan que las hemos descubierto y lo piensen dos veces antes de abusar sexualmente de nosotros, inocentes hombres.

Atte.:
Asociación de Hombres en Defensa del Abuso Sexual por parte de lasMujeres.
AHDASM

DIONICIO MARTÍNEZ VERA
MIEMBRO ACTIVO

Enseguida, imágenes inéditas de una de las pobres víctimas:


¡Se hizo justicia! Aquella "dama" fue severamente castigada. ¡Pero si no somos machos... somos muchos!




Sin comentarios... jajaja, a mí me fascinó XD

miércoles, 18 de febrero de 2009

Falla-Desperfecto.

Esas luces naranjas detrás de mí que danzan por el viento con una manera seductora para el ambiente, son ahogantes y deprimentes a pesar de lo cálidas y bellas que podrían ser para una noche tan hermosa de luna llena. Soñaba con esto, podría decir que incluso lograba palparlo, mas el destino a veces se mofa de nosotros. ¡Qué puedo hacer ahora!

Era domingo, y aunque no estaba todo hecho ya en ese momento, imaginaba alegremente los porvenires de aquella noche importante; cada palabra, cada gesto que compartíamos mutuamente, cada delicia, cada caricia y cada beso, cada una de estas cosas que sofocaban de alegría y pasión a mi ser imperfecto. ¿Será acaso que el planear las cosas de una manera detallada provoca decepción y desgracia por culpa de unos sueños irrealizables? O tal vez fuerzas superiores se engrandecen con mis desdichas. Puedo sonar un mártir, pero bien es conocido por el hombre que las catástrofes no perdonan a nadie, y por ello, desearía creer que hablar de estas injusticias sobrenaturales no sea mal visto o ignorado con desdén.

Ya caminábamos sobre media semana y seguramente pensé que los planes estaban desechos, pese a todo, el proyecto se mantenía en pie de una manera furtiva; fantasear aún podía sentirse mágico. Cualquier amigo, familiar o colega habría notado la ansiedad punzante que devoraba mi tranquilidad por aguardar ese día. Si no estaba preparado de manera exacta, al menos las ideas que deambulaban en mi mente ya se encontraban estables, visionadas y/o aprobadas. Hasta hoy, miércoles, pensaba en tocarte una canción que me gusta mucho, cuya letra mencionaré enseguida:

Qué difícil es decir algo que no sepas ya
Encontrar el verso que te haga estremecer
Como puedo describir lo que hay en mi corazón
Si no se cómo gritar que hay una estrella en mi interior
Que alimenta mi llama en la oscuridad
Ya no tengo miedo a caminar
Pues tu aliento me da vida
Tu sonrisa me ilumina
Eres paz en la tormenta
Y esperanza por el día
Alimentas mi deseo con el roce de tu piel
Y con mis labios, esta vez
Construyo en ti mi universo

Tiende tu mano otra vez
La cogeré allá donde estés
Pues pintando con luz mi soledad
Derramas tus colores en mi lienzo triste y gris
La mañana se oscurece con las sabanas vacías
Y la noche se marchita cuando no velas mi sueño
Que en el cielo, soy como lluvia que descansara en tu mar
Y en tu mar, una vez más, construiré mi universo
No hay adversidad que me pueda abatir
Ya puedo luchar, pues estas junto a mi

Ya tenía pensada la cena y el lugar: una modesta cabaña localizada a lado de un río bastante tranquilo y solitario, sin ese aparato idiotizador de masas que cada hogar tiene obligatoriamente cuyo nombre aborrecible conoce cualquier persona: televisión. Un tocadiscos estaba preparado, ese lugar donde te pondría música clásica, sofás maravillosamente cómodos, una mesa pequeña para dos personas, donde estaríamos tú y yo conversando mientras con un fino tenedor te alimentaba romántica y satisfactoriamente. Desde un día antes a ese sábado en que nos amaríamos, ya estaba adornado el lugar con flores, velas de aromas exquisitos, algunas lucecillas rojas y violetas, con un camino hecho de pétalos de rosas que indicaban el lugar de la mesa, globos en forma de corazones, lunas y estrellas, adornitos por demás innecesarios.

¡Estaba listo! Aunque el miércoles creía que no iba a poder convencerte de vernos para mis intenciones “romanticistas“, cuya acción se cumpliría en poco tiempo, este viernes me parecía inagotable, los minutos se pintaban casi imperecederos como mi voluntad para dejarme pensar que todo sería un fracaso.

Sábado; la comida en el horno esperando a servirse con tu llegada, música sonando apreciablemente, escasa obscuridad que invadía los derredores de la choza, esa iluminación permitida por la inmensa luna con albor agradable, quizá comparable con el máximos esplendor romántico. Mi latir exaltado deseaba el momento repentino de tu venida, la respiración parecía corriente imparable, el aire lo sentía incontenible en mis pulmones y aquellos segundos los percibía en el reloj de la pared como estancados o retrocedidos ilógicamente. Las flamitas de las velas bailaban graciosamente, los aromas en el cuarto seducían orgásmicamente y cuando apareciste al fin en la puerta, me incliné caballerosamente para presentarte el aposento, dichoso de presenciar nuestra velada; con una mano te entregaba un ramo de flores increíblemente bellas que había conseguido para satisfacer tu mirada y con la otra te invitaba a pasar y adentrarte en ese pequeño pero inmenso mundo que hallaría, mostraría y cumpliría deliciosos placeres. Lo notaba, tu semblante quedaba impresionado por todo; contemplabas los pétalos, ese caminito sedoso al tacto de tus pies, pues te había pedido la ausencia de zapatos y cualquier cosa que interfiriera con tu piel en esas extremidades. Tu nariz se excitaba y te deleitaba el cálido aire en el lugar provocado por el fuego. Llevabas una blusa escotada que hacía ver tus senos pequeños como volcanes abultados atractivamente, también una falda roja y muy suave cubría la mitad de tus piernas, tu rostro siempre tan hermoso no llevaba nada de maquillaje, y los aretes, esta vez, no formaban parte de tu arreglo; el cabello largo y negro que cubría tentadora y sugestivamente tus hombros estaba como cascada hasta el final de tu espalada, exactamente donde se formaban esas dos proporciones carnosas tan sensuales que movías coquetamente al andar. ¡Oh, radiante, maravillosa y angelical como siempre!

22:25 Hrs. Tu cuerpo se retorcía de placer. Hacía apenas un par de horas que te daba de comer; unos minutos después: el postre de fresas que te daba con mis dedos sin antes deslizarlas por tus labios que provocaban un deseo extraño de devorarlas hasta quizá llegar a mis dedos y arrancarlos. A las veintiún horas estabas vendada y te invitaba a jugar, aceptabas interesantemente desesperada y ansiosa por lo sucedido después de cada una de mis sorpresas que al parecer, te iban exaltando febril y fanáticamente. A las veintidós menos quince minutos tu cuerpo atado a una silla se convulsionaba por cosquillas en los pies, axilas y ombligo que hacía gracias a la pluma de paloma blanca que tenía en mis manos, y como estábamos lejos de la sociedad, tus risas imparables, también estruendosas, no preocupaban a nadie, podría decir que a mí me excitaban locamente, y aunque me pedías entre respiros forzados que te libere, parecías gustosa e indudablemente satisfecha. Diez minutos más tarde, por pensar que podrías morir de risa, me detenía para continuar con lo programado: era momento de invitarte a lo terminal. Te desataba y preguntabas lo que acontecía, y mi razón te contestaba: “no le quites lo emocionante”. Ahora tapaba tu boca con cinta adhesiva para evitar que hicieras ruido alguno y entonces con la misma cosa te unía a una “X” de madera, de tal forma que quedaste con extremidades abiertas. Temblabas, dudo que de miedo; éxtasis, así sonaría correcto. Gemías, y tus piernas sentían mis tijeras, parecías sollozar mientras cortaba tus prendas; ahora con la misma pluma de hace un rato, te brindaba encanto, y seguido de rasguños con esos afilados metales, tu piel sangraba mientras la apretaba cruel y fuertemente tirando de ella. A las 22:20 horas: mordiscos y latigazos entre muslos y sobre el vientre; parecías contraerte como gusano sobre ácido pero indudablemente por delicia placer y satisfacción.

Es preciso mencionar que a tu llegada las cosas fueron distintas; un baile para abrir el apetito, una breve presentación del espectáculo y una plática conmemorativa pero no muy extensa:

-Mi vida, no debiste preocuparte en hacer algo como esto, no puedo imaginar lo difícil que pudo ser para ti el preparar todo.

-En verdad bastante, pero eso no interesa al momento, la verdad es que es una promesa que te había hecho hace bastante tiempo.

-¿En verdad? Y la promesa es…

-Te dije que antes de cometer una desgracia o separarme de ti forzosamente, te brindaría el mejor momento de tu vida y que hasta la muerte estaríamos juntos.

-Oh, amor, eso suena tan horrible, pensar que te irás a vivir muy lejos por razones injustas es triste…

-Lo sé, y aunque es casi imposible evitarlo mientras viva, ya he pensado en muchas soluciones. Pero dejémonos de angustias y mejor comienzo con esto que gustosamente he ideado para ti; la entrada, por supuesto, será esta canción que tanto ensayé para ti…

En último lugar, es irónico pensar en los desperfectos, en las fallas a mi promesa, pues ahora que te estás quemando junto con la casucha de madera, me he dedicado a filosofar y recordar estas cosas. ¿Habría sido mejor no apuñalarte con las tijeras cuando te hacía el amor mientras te encontrabas atada indefensamente después del orgasmo mutuo que tuvimos, y que no prendiera fuego a todo el lugar? Probablemente las llamas a mi espalda que mencioné al principio, son necesarias para saber que después de todo, sí cometí una desgracia, y aunque sé que te di un buen día, dudo mucho que esta solución para no separarme de ti hubiese sido la que tú escogerías. En fin, es mejor levantarme de este tronco e ir a acompañarte para ya estar juntos por toda la eternidad, y que quede claro: aborrecería apartarme de ti aunque en este momento he tardado en ir a quemarme a tu lado.

(Y yendo lentamente, contento y campante, el narrador de esta historia se acercaba a la cabaña, habría su puerta y se dejaba morir dentro al derrumbarse toda después de cerrarla).







Sin más, lo escribí y pensé hace una semana. Espero puedan y quieran leerlo, así como me agradaría bastante un comentario sobre esto. Muchas gracias.

martes, 3 de febrero de 2009

Tentación.

Estoy regresando a mi casa después de un día aborrecible; decir las causas sería superfluo y fatigoso, tonto, quizá desagradable. He notado a una niña con falda que me mira desde frente, su cabello es largo, obscuro pero brillante; tiene una mirada reluciente, con ojos pardos muy idiotizantes, y aunque me pierdo en aquellas órbitas, prefiero dedicar mi mente a distraerme.

No puedo creer que el transporte público sea tan agobiante, encuentro hombres y mujeres desmejorados, tal parece que sus sueños se han esfumado, ¿será que ante el juicio de otro yo sea considerado del mismo porte? Alucinante.

Aquí me bajo y la niña me sigue, o tal vez mi cabeza confunde, ¿tendrá ya diez años cumplidos? No lo afirmo, me siento enredado. Es bastante bonita, aunque muy chiquita, tiene gracia, “¿qué hace sola?” me pregunto incauto, ¿estará perdida?, eso ya es costumbre.

Estoy cerca del parque y no encuentro a nadie, el tiempo parece haberse detenido o ¿será tan tarde? Bien, decidido, estoy asustado; la niña se esconde detrás de un árbol.

-¿Qué hace por aquí una niña linda?
-Lo lamento, estoy perdida.
- ¡Caramba! Que desdicha.

Mis manos tiemblan, mi corazón palpita; mi cuerpo suda y mi mente se extasía; abrazo a la niña y su alma suspira; la boca le envuelvo y estrangulo su cuello.

Ah… sus brazos extendidos, caídos sin nada de vida… y no hay persona que denuncie este delito… ah, su caliente cuerpecito…

Me siento mojado; perdido, con algo parecido a la ira, alucinado, casi nervioso por lo que acontecía. Mi bastón estaba fuera y sus labios me enloquecían; escuchaba ruidos a lo lejos, la adrenalina me consumía. ¡Qué delicia!

Escalo sus piernas, mis manos bajo la falda: entablada, no es tan larga; de cuadros, ¡qué hermosas rayas! Le hundo mi estaca, ¡hay sangre escarlata! Mis piernas se manchan y por fin mi lujuria estalla.

¡No puedo creerlo! ¿Qué ha sido esto? Arrojo su cuerpo al suelo y me visto corriendo. Parece amanecer, el cielo se tiñe de naranja y ya estoy en mi casa. Mi transpiración ahora es fría como el viento de la noche, me siento enfermo y tiemblo de miedo. Me abrazo, y me miro al espejo; parezco contento, una sonrisa diabólica se asoma entre los labios. Me considero aterrado, hay sangre en mis dedos. ¡Espero que esto sea un sueño! Hay una marca de dientes pequeños en mi mano…

viernes, 9 de enero de 2009

En placenteros momentos...

Con lo que pasa el tiempo, y te acercas, me veo sumido en perplejidad infatigable, cual si fueras un deporte interminable, pues es que tu semblante me suplica besarte. ¡Decirme!, ¿Qué tiene de radiante? Si es tan idiotizante...

¡Un irónico campo! Pues nos gustamos, y aún nos alejamos, e inocentes nos preguntamos, tonterías para aproximarnos, ¡y que no interrumpa algún desdichado! Porque deshace el cortejo, y se arruina el coqueteo.

Como festejo sin anfitrión, como sándwich sin jamón, como el amor sin pasión; incompleto, sin esa sonrisa que sale desde tu corazón. Aunque sutil galanteo, de bien cuenta, la insinuación comprendo, ¿o es que mi cerebro alucina, juguetea con mis sueños?, si así, ¡Pues qué carajo! Creo que de ti estoy enamorado.

Contágiame de gusto, un capricho de olerte, un anhelo de tenerte; placer, aunque no es lo que busco; que me silencies con roces de esos angélicos e inocentes labios. Ya, a callarme con un beso, que a palabras se nos va el tiempo.



sinceramente me agrada eso del jamón XD
jajaja
supongo que pensaba en comida pero no lo quise cambiar
así sé que suena muy mío XD



Navesh, eres gay y aún no puedo comentarte y tus entradas sn gays XD como tú
XD
pero quiero decirte que eres pequeña, azulada, zonza y verde y piña y pollo y caimán y pony y mmm ya dije gay? y gay
y todo eso porque no pusiste la rola de lacrimosa
en vez pusiste un video todo gay como tú
buu
y yo que bailé eso gracias a Cosa
XD
jaja
en fin...

les amo a todos...
salvo excepciones, grandes, jaja, vdd?

martes, 6 de enero de 2009

Abandono.

Al pensar que todas las cosas podrían mejorar, voltee la mirada en busca de consuelo celestial, y lo que pude encontrar al agacharme por entre sollozos de amargura y desgracia fue devastación y masacre. Entonces tomé la decisión de dejarme caer al sueño eterno, cuando jamás hubiese pensado que la muerte sería lo más dichoso de mi tránsito en este mundo sin anhelos.


Recuerdo que aún quería bocado, pero no para saborear aquella comida que emanaba un detestable hedor a gasolina y defecación, sino para al fin tener en cuenta que había algo más que tierra y desechos, puras sobras en mi estómago; y todos peleaban por ese pedacito de carne humana, del bebé con apenas 3 años, recién fallecido por diarrea y vómito. No había respeto ni por ser mi hermanito, al igual que a mi madre fallecida, habrían de devorarle los maniaco-insatisfechos-hambrientos del lugar. Me avergüenza pensar que a pesar de todo yo también lo deseaba dentro de mí, y creo que él hubiese querido lo mismo si supiera lo criminal que está la situación en este momento. De un lado a otro, paseándose su cuerpecito por las muchas manos que arrancaban su piel, que desmembraban su ser sin piedad y con gran indiferencia.

Jamás me perdonaré por permitir que descubrieran cuando me alimentaba de mi pariente, cuando tenía su piecito con tanta cautela entre mis dientes, ¡maldito el imbécil que habría de descubrirme! Y yo más imbécil por permitírselo.



Pensaba: “¿Qué más da morir si ahora vivo entre demonios? El lugar de por sí ya es bastante malo, ¡a la mierda pensar que existe un ángel dentro de ésta basura!

Y entre el altercado causado por nuevo alimento, morían aún más por intentar abastecerse. Ah, qué dichas estas ocasiones en las cuales al caer uno, caían varios. Y poco a poco quedaba menos escoria que alimentar. El problema era mantenerse en pie, pues cuántas infecciones y malestares nos causaban el comer esa carne muerta.

Ahora es cuando elegía, ¡a la mierda! Que al estar con este rebaño inhumano, me desgarraba un alma que aún confiaba en tener. Da igual si muero en sus brazos, pues encerrados en esta porquería han de estar hasta que el último de ellos esté igual de podrido como aquellos sobrantes tirados en el suelo. Porque morirán entre la bazofia que quede, porque ni una pizca habrá de salvación, ya todos, hemos sido abandonados.

Porque, ¿qué más da estar en un lugar donde uno se alimenta de otro, que en el mismo infierno? ¡Dónde ha quedado lo que vale la pena salvar!







Sin comentarios, sólo espero que alguien lo entienda