jueves, 26 de febrero de 2009

A la mitad del alma rota.

“Tu cuidas de mí, yo cuido de ti”,
Esas palabras eran: una frase, sin fin,
Y míranos ahora, qué equivocado era
No queda tiempo alguno, no se detuvo el mundo

Nuestros sueños se esfumaron, como gases en el viento
Desaparecieron y murieron sin sufrir
O tal vez alguien más
Los haya encontrado y cumplido

¡Mira!, es tarde
Parece que ya no somos nada
Y aunque quieras ignorarlo, yo sé muy bien
¡Tu rabia y tus celos te han de matar!

¡Llora, sufre más!
Por todas las desgracias
Que me hiciste pasar
Sin remordimiento alguno

¡Llora, mi vida, sufre más, cariño!
Por todas las crueldades
Todo ese dolor sin cesar
Y las noches de llanto y amargura

Me gritas, te alejas, me separas de ti
Te engrandeces, me atacas y te burlas de mí
Acércate y consciente, date cuenta, ¡no hay más!
Y grita con coraje que te duele: ¡no hay paz!

Tus besos, tus caricias ya no me hacen vivir
Tus ojos, tus palabras me provocan sufrir
Me he perdido de placeres por creerte querer
¡Y ahora sin cuidado tú me vas a perder!

Todavía te siento
Y el mundo está a tu asecho
Parece que tu libramiento
Te ha concedido más prospectos

No me pidas llanto
Que mis ojos a sangrar comienzan
Y el dolor que me he provocado
Ya no olvida el sufrimiento de mi corazón

Esto es desprecio
Esto es una despedida
Esto es insulto
Esto es mi huída


Se supone que es una canción que acabo de escribir.
Gracias por los comentarios, los quiero.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Cuidado Hombres.

¡DROGA PARA HOMBRES, CUIDADO!
Cuando salgan a un bar o disco hay que estar muy alerta sobre todo cuando reciban una bebida de parte de alguna mujer.

Existe una droga llamada "chela", también conocida como: helodia, cheve, espumosa, cebadas, güera, rasposa, biela, etc. Y su forma es liquida, generalmente viene en un recipiente de vidrio color ámbar, pero también se han encontrado en envases traslucidos y en envases cilíndricos de aluminio (además se han observado contenedores enormes llamados barriles). Las variedades más efectivas de esta droga se producen en países como México, Alemania, y otros.

La cheve es utilizada últimamente por mujeres maniático-sexuales-pervertidoras en las fiestas o antros para forzar a sus víctimas (varones) de que tengan sexo con ellas. Las estadísticas son aterradoras y ¡demuestran que la chela se puede adquirir básicamente en cualquier lugar!

Todo lo que una mujer tiene que hacer es comprar unas dos o tres chelas y obsequiárselas a cualquier hombre y simplemente "rogarle" al hombre que la acompañe a su departamento para no regresar sola... pero sus secretas y perversas intenciones son tener sexo sin compromiso.

Se ha demostrado científicamente que los hombres somos prácticamente indefensos contra este tipo de ataques, principalmente en fines de semana.

POR FAVOR dile a todos tus amigos que puedan correr peligro, puedes salvar a muchos… y también dile a las mujeres perversas y sin escrúpulos que conozcas, para que sepan que las hemos descubierto y lo piensen dos veces antes de abusar sexualmente de nosotros, inocentes hombres.

Atte.:
Asociación de Hombres en Defensa del Abuso Sexual por parte de lasMujeres.
AHDASM

DIONICIO MARTÍNEZ VERA
MIEMBRO ACTIVO

Enseguida, imágenes inéditas de una de las pobres víctimas:


¡Se hizo justicia! Aquella "dama" fue severamente castigada. ¡Pero si no somos machos... somos muchos!




Sin comentarios... jajaja, a mí me fascinó XD

miércoles, 18 de febrero de 2009

Falla-Desperfecto.

Esas luces naranjas detrás de mí que danzan por el viento con una manera seductora para el ambiente, son ahogantes y deprimentes a pesar de lo cálidas y bellas que podrían ser para una noche tan hermosa de luna llena. Soñaba con esto, podría decir que incluso lograba palparlo, mas el destino a veces se mofa de nosotros. ¡Qué puedo hacer ahora!

Era domingo, y aunque no estaba todo hecho ya en ese momento, imaginaba alegremente los porvenires de aquella noche importante; cada palabra, cada gesto que compartíamos mutuamente, cada delicia, cada caricia y cada beso, cada una de estas cosas que sofocaban de alegría y pasión a mi ser imperfecto. ¿Será acaso que el planear las cosas de una manera detallada provoca decepción y desgracia por culpa de unos sueños irrealizables? O tal vez fuerzas superiores se engrandecen con mis desdichas. Puedo sonar un mártir, pero bien es conocido por el hombre que las catástrofes no perdonan a nadie, y por ello, desearía creer que hablar de estas injusticias sobrenaturales no sea mal visto o ignorado con desdén.

Ya caminábamos sobre media semana y seguramente pensé que los planes estaban desechos, pese a todo, el proyecto se mantenía en pie de una manera furtiva; fantasear aún podía sentirse mágico. Cualquier amigo, familiar o colega habría notado la ansiedad punzante que devoraba mi tranquilidad por aguardar ese día. Si no estaba preparado de manera exacta, al menos las ideas que deambulaban en mi mente ya se encontraban estables, visionadas y/o aprobadas. Hasta hoy, miércoles, pensaba en tocarte una canción que me gusta mucho, cuya letra mencionaré enseguida:

Qué difícil es decir algo que no sepas ya
Encontrar el verso que te haga estremecer
Como puedo describir lo que hay en mi corazón
Si no se cómo gritar que hay una estrella en mi interior
Que alimenta mi llama en la oscuridad
Ya no tengo miedo a caminar
Pues tu aliento me da vida
Tu sonrisa me ilumina
Eres paz en la tormenta
Y esperanza por el día
Alimentas mi deseo con el roce de tu piel
Y con mis labios, esta vez
Construyo en ti mi universo

Tiende tu mano otra vez
La cogeré allá donde estés
Pues pintando con luz mi soledad
Derramas tus colores en mi lienzo triste y gris
La mañana se oscurece con las sabanas vacías
Y la noche se marchita cuando no velas mi sueño
Que en el cielo, soy como lluvia que descansara en tu mar
Y en tu mar, una vez más, construiré mi universo
No hay adversidad que me pueda abatir
Ya puedo luchar, pues estas junto a mi

Ya tenía pensada la cena y el lugar: una modesta cabaña localizada a lado de un río bastante tranquilo y solitario, sin ese aparato idiotizador de masas que cada hogar tiene obligatoriamente cuyo nombre aborrecible conoce cualquier persona: televisión. Un tocadiscos estaba preparado, ese lugar donde te pondría música clásica, sofás maravillosamente cómodos, una mesa pequeña para dos personas, donde estaríamos tú y yo conversando mientras con un fino tenedor te alimentaba romántica y satisfactoriamente. Desde un día antes a ese sábado en que nos amaríamos, ya estaba adornado el lugar con flores, velas de aromas exquisitos, algunas lucecillas rojas y violetas, con un camino hecho de pétalos de rosas que indicaban el lugar de la mesa, globos en forma de corazones, lunas y estrellas, adornitos por demás innecesarios.

¡Estaba listo! Aunque el miércoles creía que no iba a poder convencerte de vernos para mis intenciones “romanticistas“, cuya acción se cumpliría en poco tiempo, este viernes me parecía inagotable, los minutos se pintaban casi imperecederos como mi voluntad para dejarme pensar que todo sería un fracaso.

Sábado; la comida en el horno esperando a servirse con tu llegada, música sonando apreciablemente, escasa obscuridad que invadía los derredores de la choza, esa iluminación permitida por la inmensa luna con albor agradable, quizá comparable con el máximos esplendor romántico. Mi latir exaltado deseaba el momento repentino de tu venida, la respiración parecía corriente imparable, el aire lo sentía incontenible en mis pulmones y aquellos segundos los percibía en el reloj de la pared como estancados o retrocedidos ilógicamente. Las flamitas de las velas bailaban graciosamente, los aromas en el cuarto seducían orgásmicamente y cuando apareciste al fin en la puerta, me incliné caballerosamente para presentarte el aposento, dichoso de presenciar nuestra velada; con una mano te entregaba un ramo de flores increíblemente bellas que había conseguido para satisfacer tu mirada y con la otra te invitaba a pasar y adentrarte en ese pequeño pero inmenso mundo que hallaría, mostraría y cumpliría deliciosos placeres. Lo notaba, tu semblante quedaba impresionado por todo; contemplabas los pétalos, ese caminito sedoso al tacto de tus pies, pues te había pedido la ausencia de zapatos y cualquier cosa que interfiriera con tu piel en esas extremidades. Tu nariz se excitaba y te deleitaba el cálido aire en el lugar provocado por el fuego. Llevabas una blusa escotada que hacía ver tus senos pequeños como volcanes abultados atractivamente, también una falda roja y muy suave cubría la mitad de tus piernas, tu rostro siempre tan hermoso no llevaba nada de maquillaje, y los aretes, esta vez, no formaban parte de tu arreglo; el cabello largo y negro que cubría tentadora y sugestivamente tus hombros estaba como cascada hasta el final de tu espalada, exactamente donde se formaban esas dos proporciones carnosas tan sensuales que movías coquetamente al andar. ¡Oh, radiante, maravillosa y angelical como siempre!

22:25 Hrs. Tu cuerpo se retorcía de placer. Hacía apenas un par de horas que te daba de comer; unos minutos después: el postre de fresas que te daba con mis dedos sin antes deslizarlas por tus labios que provocaban un deseo extraño de devorarlas hasta quizá llegar a mis dedos y arrancarlos. A las veintiún horas estabas vendada y te invitaba a jugar, aceptabas interesantemente desesperada y ansiosa por lo sucedido después de cada una de mis sorpresas que al parecer, te iban exaltando febril y fanáticamente. A las veintidós menos quince minutos tu cuerpo atado a una silla se convulsionaba por cosquillas en los pies, axilas y ombligo que hacía gracias a la pluma de paloma blanca que tenía en mis manos, y como estábamos lejos de la sociedad, tus risas imparables, también estruendosas, no preocupaban a nadie, podría decir que a mí me excitaban locamente, y aunque me pedías entre respiros forzados que te libere, parecías gustosa e indudablemente satisfecha. Diez minutos más tarde, por pensar que podrías morir de risa, me detenía para continuar con lo programado: era momento de invitarte a lo terminal. Te desataba y preguntabas lo que acontecía, y mi razón te contestaba: “no le quites lo emocionante”. Ahora tapaba tu boca con cinta adhesiva para evitar que hicieras ruido alguno y entonces con la misma cosa te unía a una “X” de madera, de tal forma que quedaste con extremidades abiertas. Temblabas, dudo que de miedo; éxtasis, así sonaría correcto. Gemías, y tus piernas sentían mis tijeras, parecías sollozar mientras cortaba tus prendas; ahora con la misma pluma de hace un rato, te brindaba encanto, y seguido de rasguños con esos afilados metales, tu piel sangraba mientras la apretaba cruel y fuertemente tirando de ella. A las 22:20 horas: mordiscos y latigazos entre muslos y sobre el vientre; parecías contraerte como gusano sobre ácido pero indudablemente por delicia placer y satisfacción.

Es preciso mencionar que a tu llegada las cosas fueron distintas; un baile para abrir el apetito, una breve presentación del espectáculo y una plática conmemorativa pero no muy extensa:

-Mi vida, no debiste preocuparte en hacer algo como esto, no puedo imaginar lo difícil que pudo ser para ti el preparar todo.

-En verdad bastante, pero eso no interesa al momento, la verdad es que es una promesa que te había hecho hace bastante tiempo.

-¿En verdad? Y la promesa es…

-Te dije que antes de cometer una desgracia o separarme de ti forzosamente, te brindaría el mejor momento de tu vida y que hasta la muerte estaríamos juntos.

-Oh, amor, eso suena tan horrible, pensar que te irás a vivir muy lejos por razones injustas es triste…

-Lo sé, y aunque es casi imposible evitarlo mientras viva, ya he pensado en muchas soluciones. Pero dejémonos de angustias y mejor comienzo con esto que gustosamente he ideado para ti; la entrada, por supuesto, será esta canción que tanto ensayé para ti…

En último lugar, es irónico pensar en los desperfectos, en las fallas a mi promesa, pues ahora que te estás quemando junto con la casucha de madera, me he dedicado a filosofar y recordar estas cosas. ¿Habría sido mejor no apuñalarte con las tijeras cuando te hacía el amor mientras te encontrabas atada indefensamente después del orgasmo mutuo que tuvimos, y que no prendiera fuego a todo el lugar? Probablemente las llamas a mi espalda que mencioné al principio, son necesarias para saber que después de todo, sí cometí una desgracia, y aunque sé que te di un buen día, dudo mucho que esta solución para no separarme de ti hubiese sido la que tú escogerías. En fin, es mejor levantarme de este tronco e ir a acompañarte para ya estar juntos por toda la eternidad, y que quede claro: aborrecería apartarme de ti aunque en este momento he tardado en ir a quemarme a tu lado.

(Y yendo lentamente, contento y campante, el narrador de esta historia se acercaba a la cabaña, habría su puerta y se dejaba morir dentro al derrumbarse toda después de cerrarla).







Sin más, lo escribí y pensé hace una semana. Espero puedan y quieran leerlo, así como me agradaría bastante un comentario sobre esto. Muchas gracias.

martes, 3 de febrero de 2009

Tentación.

Estoy regresando a mi casa después de un día aborrecible; decir las causas sería superfluo y fatigoso, tonto, quizá desagradable. He notado a una niña con falda que me mira desde frente, su cabello es largo, obscuro pero brillante; tiene una mirada reluciente, con ojos pardos muy idiotizantes, y aunque me pierdo en aquellas órbitas, prefiero dedicar mi mente a distraerme.

No puedo creer que el transporte público sea tan agobiante, encuentro hombres y mujeres desmejorados, tal parece que sus sueños se han esfumado, ¿será que ante el juicio de otro yo sea considerado del mismo porte? Alucinante.

Aquí me bajo y la niña me sigue, o tal vez mi cabeza confunde, ¿tendrá ya diez años cumplidos? No lo afirmo, me siento enredado. Es bastante bonita, aunque muy chiquita, tiene gracia, “¿qué hace sola?” me pregunto incauto, ¿estará perdida?, eso ya es costumbre.

Estoy cerca del parque y no encuentro a nadie, el tiempo parece haberse detenido o ¿será tan tarde? Bien, decidido, estoy asustado; la niña se esconde detrás de un árbol.

-¿Qué hace por aquí una niña linda?
-Lo lamento, estoy perdida.
- ¡Caramba! Que desdicha.

Mis manos tiemblan, mi corazón palpita; mi cuerpo suda y mi mente se extasía; abrazo a la niña y su alma suspira; la boca le envuelvo y estrangulo su cuello.

Ah… sus brazos extendidos, caídos sin nada de vida… y no hay persona que denuncie este delito… ah, su caliente cuerpecito…

Me siento mojado; perdido, con algo parecido a la ira, alucinado, casi nervioso por lo que acontecía. Mi bastón estaba fuera y sus labios me enloquecían; escuchaba ruidos a lo lejos, la adrenalina me consumía. ¡Qué delicia!

Escalo sus piernas, mis manos bajo la falda: entablada, no es tan larga; de cuadros, ¡qué hermosas rayas! Le hundo mi estaca, ¡hay sangre escarlata! Mis piernas se manchan y por fin mi lujuria estalla.

¡No puedo creerlo! ¿Qué ha sido esto? Arrojo su cuerpo al suelo y me visto corriendo. Parece amanecer, el cielo se tiñe de naranja y ya estoy en mi casa. Mi transpiración ahora es fría como el viento de la noche, me siento enfermo y tiemblo de miedo. Me abrazo, y me miro al espejo; parezco contento, una sonrisa diabólica se asoma entre los labios. Me considero aterrado, hay sangre en mis dedos. ¡Espero que esto sea un sueño! Hay una marca de dientes pequeños en mi mano…