lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Dónde estás?

Hoy estoy triste y silencioso; callado, temeroso esperando a que un haz de luz purifique los gestos que guarda celosamente mi alma. Pero ingenuo evito corazones benditos y apuñalo, más bien, pechos inviolables que me levantan con agrado.

Me percato de maravillosos cielos despejados en mundos distintos, que despreocupados se tornan rojizos al amarse, azules al mirarse. Y mi envidia desprecia tales agrados, el aire que llega a mi pecho parece quemarme desde dentro, y sólo, sólo me veo impotente, contemplando la majestuosidad y fuerza del amor perfecto.

Ansío con fuerza que mi corazón se quebrante, y que sangre como aquella vez primera con impaciencia; que la mente se obscurezca por simplezas, y que motive a delirar incoherencias. Pese al intenso y fatigoso desaire, tonto y cautivo de temores inciertos, me atrevo a gritarle con fuerza a los vientos: ¡Qué maldita la hora donde todo ha sido desgaste!

Insensible es el tiempo ahora que en el mundo contempla penas monstruosas. Su poder insuperable sólo se jacta de falsedades; no cesa, y el control ha escapado de la cordura. Otro día todo ha de ser pagado.

Ese amor perfecto, tal vez llegue y limpie el universo, ese amor tal vez acabe con todo…

Ansío lloroso implorando franqueza…

Ansío delirante un poco de… destello.

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