domingo, 21 de noviembre de 2010

Despedida...

Ha pasado más de un año, y los expertos afirman que son últimos suspiros. Los latidos disminuyen y su hablar es despacio, pausado y cansado.

Aunque se ha intentado todo para reavivar esa sonrisa creativa, los esfuerzos han sido vanos o tal vez mal enfocados. Sus ojos languidecen y de ellas brota esperanza que se fuga lentamente.

Afuera aún quedan amigos que entristecen, pues ya dan por hecho que todo está perdido, y aunque cruzaban los dedos anhelando un milagro, uno a uno fueron desapareciendo olvidando lo importante que había sido.

Diríase tal vez, que fue tiempo perdido, que cada minuto invertido fue derrochado.

Su despedida silenciosa parece mostrársenos como una tranquilidad confusa, como un sueño maldito.

De repente suelta aullidos y jala las cobijas en su cama, su rostro que figura un dolor insoportable destroza las ventanas. Comienza a sangrar e intenta sonreír de nuevo.

Suspira… y dice gracias apretándose el pecho.

Ya no queda nadie, sólo las cuatro paredes de esa habitación, y tal vez sí, ha sido el último suspiro…

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