martes, 3 de febrero de 2009

Tentación.

Estoy regresando a mi casa después de un día aborrecible; decir las causas sería superfluo y fatigoso, tonto, quizá desagradable. He notado a una niña con falda que me mira desde frente, su cabello es largo, obscuro pero brillante; tiene una mirada reluciente, con ojos pardos muy idiotizantes, y aunque me pierdo en aquellas órbitas, prefiero dedicar mi mente a distraerme.

No puedo creer que el transporte público sea tan agobiante, encuentro hombres y mujeres desmejorados, tal parece que sus sueños se han esfumado, ¿será que ante el juicio de otro yo sea considerado del mismo porte? Alucinante.

Aquí me bajo y la niña me sigue, o tal vez mi cabeza confunde, ¿tendrá ya diez años cumplidos? No lo afirmo, me siento enredado. Es bastante bonita, aunque muy chiquita, tiene gracia, “¿qué hace sola?” me pregunto incauto, ¿estará perdida?, eso ya es costumbre.

Estoy cerca del parque y no encuentro a nadie, el tiempo parece haberse detenido o ¿será tan tarde? Bien, decidido, estoy asustado; la niña se esconde detrás de un árbol.

-¿Qué hace por aquí una niña linda?
-Lo lamento, estoy perdida.
- ¡Caramba! Que desdicha.

Mis manos tiemblan, mi corazón palpita; mi cuerpo suda y mi mente se extasía; abrazo a la niña y su alma suspira; la boca le envuelvo y estrangulo su cuello.

Ah… sus brazos extendidos, caídos sin nada de vida… y no hay persona que denuncie este delito… ah, su caliente cuerpecito…

Me siento mojado; perdido, con algo parecido a la ira, alucinado, casi nervioso por lo que acontecía. Mi bastón estaba fuera y sus labios me enloquecían; escuchaba ruidos a lo lejos, la adrenalina me consumía. ¡Qué delicia!

Escalo sus piernas, mis manos bajo la falda: entablada, no es tan larga; de cuadros, ¡qué hermosas rayas! Le hundo mi estaca, ¡hay sangre escarlata! Mis piernas se manchan y por fin mi lujuria estalla.

¡No puedo creerlo! ¿Qué ha sido esto? Arrojo su cuerpo al suelo y me visto corriendo. Parece amanecer, el cielo se tiñe de naranja y ya estoy en mi casa. Mi transpiración ahora es fría como el viento de la noche, me siento enfermo y tiemblo de miedo. Me abrazo, y me miro al espejo; parezco contento, una sonrisa diabólica se asoma entre los labios. Me considero aterrado, hay sangre en mis dedos. ¡Espero que esto sea un sueño! Hay una marca de dientes pequeños en mi mano…

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola! amor mio
ps ya sabes lo que opino de lo que escribiste!


te amo!!!

te adoro!!!

cuidate muchoo

lo siento ando sin mucha inspiracion